−«¡Te aviso!»; −«¡Yo te espero!»; es tu-mi canto convocando embelesos a festines y enviando –mensajeros– a delfines, a urgir a la añoranza un mientras tanto. Llaves las letras de tu-mi esperanto, abren puertas que guardan querubines. Ya traspuestas, los duendes cantarines, develan su arcoíris sacrosanto. Entonces fluye tu-mi manantial; tu-mi aliento matiza en su remonte a tu-mi piel con halo celestial y ya tu-mi deseo no es bifronte. Con nuestros cuerpos suspirando igual, el éxtasis inunda el horizonte. © Jesús J. Ortega Weffe Venezuela, 2011.
- "No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre de lo que oyeres, que será cosa de nunca acabar. Ven tú con segura conciencia, y digan lo que dijeren; y es querer atar las lenguas de los maldicientes lo mesmo que querer poner puertas al campo. Si el gobernador sale rico de su gobierno, dicen dél que ha sido un ladrón, y si sale pobre, que ha sido un parapoco y un mentecato".
-"A buen seguro" -respondió Sancho- "que por esta vez antes me han de tener por tonto que por ladrón".