convocando embelesos a festines
y enviando –mensajeros– a delfines,
a urgir a la añoranza
un mientras tanto.
Llaves las letras de tu-mi esperanto,
abren puertas que guardan querubines.
Ya traspuestas, los duendes cantarines,
develan su
arcoíris sacrosanto.
Entonces fluye tu-mi manantial;
tu-mi aliento matiza en su remonte
a tu-mi piel con
halo celestial
y ya tu-mi deseo no es bifronte.
Con nuestros cuerpos suspirando igual,
el éxtasis inunda el horizonte.
el éxtasis inunda el horizonte.
© Jesús J. Ortega Weffe
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