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Madre, si me matan...

Madre, si me matan...



Cadenas Rotas. Monumento a la Libertad de los Pueblos. El Rinconín. Gijón. España.



"Las anteriores son apenas pinceladas del cuadro de un país enfermo; de un (des)Gobierno farsante y de una sociedad indiferente."


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Mayo, mes de las Madres… Algún que otro anuncio publicitario rezagado aún promociona los productos que para el 10 de los corrientes no se lograron vender para agasajar a quienes nos dieron la vida, extendiendo la fecha específica a todo el mes. Cosas del comercio y la sociedad de consumo.

Esta Nota, como en los anuncios que comento, contiene algunas reflexiones que pretenden ser mi humilde y tardío homenaje a las Madres de Venezuela, publicado con retraso por razones que no vienen a cuento.

En efecto, en la esencia de lo que cada uno de nosotros somos hay la huella de una responsabilidad definitiva asumida por alguien con disciplina, tesón y valentía. Su legado mejor es el Amor y la siembra en nuestra conciencia del compromiso que todos tenemos de intentar hacer de nuestro tránsito por esta vida, un aporte para el mejoramiento de la vida de todos.

Son nuestras Madres, mi Mutti y la Mutti de cada uno(a), las hacedoras tempranas de esa conciencia...

Resulta abrumador pensar que sin su concurso en la gracia divina de la preservación de la especie humana, ni yo estaría escribiendo estas palabras, ni Ud., mi querido(a) amigo(a), estaría leyéndolas.

Afortunadamente, hoy muchos podemos darles un beso y expresarle nuestro Amor y agradecimiento, otros deberán hacer lo mismo al dulce recuerdo de quien ya partiera a mundos mejores.

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Pero, junto con esta idílica estampa co-existen otras menos gratas en nuestro país:

Son las madres que lloran la partida violenta de su vástago, de su esperanza, acurrucadas en la esquina quejumbrosa de alguna morgue del territorio nacional, preguntándose por qué la inseguridad truncó una vida sin completar: la vida de su muchacho(a).

Son las niñas, casi pre-púberes, que por deficiencias de educación y atención, cambian las muñecas que no tuvieron por el bebé real que un embarazo precoz le deparó, con las esperables consecuencias de hacinamiento y conflictos en la crianza de un niño que -simplemente- otra niña no se encuentra aún madura para levantar idóneamente.

Son los incontables episodios de promiscuidad que el estado de pobreza prohíja también en nuestros barrios, de la mano de una mujer que tiene casi tantos hijos como maridos ha tenido; y de la irresponsabilidad criminal de un desalmado, el más reciente de esos maridos, que baboso comenzó a mirar las incipientes curvas de la muchachita de doce (12) años de su mujer.

También están las que hoy lloran, porque no hay mucho para comer en el rancho y el hambre no deja espacio para celebraciones. O los que lloran, porque esta vez la bala perdida se la llevó la vieja. O, por que la situación económica no da para comprarle las medicinas y el Seguro Social es sólo un cascarón vacío lleno de ineptos y de desdén por las verdaderas necesidades del pueblo.

O las que recibirán el regalo de que sus hijos no dejen que sea ella quien escarbe en la basura para encontrar la comida que comerán hoy.

O las que lloran los churupitos que les robó el funcionario venal prometiéndoles su vivienda digna, para luego dejar acumular polvo sobre la planilla de solicitud, en el supuesto de que ésta no terminara sus días en el montón de papeles del bote de la basura, mientras ella y su familia pasean su desamparo entre la protesta y la intemperie, que ya ni “refugios” quedan.

Las anteriores son apenas pinceladas del cuadro de un país enfermo; de un (des)Gobierno farsante y de una sociedad indiferente.

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En la primera semana de este mes de las Madres, estuve conversando de “Ideología Política” con un grupo de personas, mayoritariamente jóvenes, muy jóvenes, del Partido Acción Democrática en El Hatillo, por gentil invitación de su Secretaria General, Helga Quintero. Hablamos de Socialdemocracia, de comunismo, de los orígenes de AD y de la historia del período inaugurado en Venezuela tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958.

De cómo, desde que se eligen directamente los gobernantes en Venezuela, un lapso ya de cincuenta (50) años, este (des)gobierno actual y su “Máximo Líder” han acaparado el Poder por un larguísimo veinte por ciento (20%) de ese tiempo; con ingresos inmensos, siderales, que se robaron o malbarataron sin que aquél cuadro de este país enfermo mejorara en lo más mínimo, sino, antes al contrario, se empeoró.

Comentamos sobre cómo los fundadores del Partido en el que militan, priorizaron la atención a los problemas concretos del país y a mantener su independencia como organización política, antes que el encuadramiento en una corriente ideológica determinada que hipotecara su capacidad de decidir en Venezuela, por venezolanos, sobre cómo atender aquéllos problemas.

Se sorprendieron de que en “Venezuela, Política y Petróleo”, Rómulo Betancourt considerara una labor prioritaria de las políticas públicas a emprender por el Gobierno, el lograr que la población tuviera y usara calzado, para evitar que sus pies descalzos o apenas protegidos por alpargatas, los expusiera a ser diezmados por la bilharzia que cobraba entonces vidas en una proporción de preocupantes dimensiones.

Naturalmente, como el suscrito no es de los cultores del “edulcoramiento” hipócrita de la realidad, también hablamos de los errores de Acción Democrática y de cómo la negación a abrirle paso a las nuevas generaciones de liderazgo, dejó al otrora poderoso Partido del Pueblo con los achaques propios de un organismo en declive.

Pero, les dije, mucho más importante que la erudición en materia de ideologías políticas, que las discusiones sobre la plusvalía y los desposeídos, la alienación del trabajador y la explotación del hombre por el hombre, la proporcionalidad en la remuneración del trabajo versus la del capital, etc., etc., etc.… es conocer -y, preferiblemente, sentir- los sentimientos de amor por el país y de compromiso para la lucha por los que menos tienen, por la Libertad, por la Democracia, por los derechos de todos, que inspiraron a los fundadores de nuestro régimen democrático, tanto de Acción Democrática, como de otras organizaciones políticas.

Sobre aquéllos años, en alguna oportunidad le oí decir refiriéndose a la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez, palabra más, palabra menos, a Virginia Betancourt, hija del Padre de la Democracia y talentosa hacedora de lo que hoy es y representa la Biblioteca Nacional: “En general, la lucha por la Democracia la libraron al principio cuatro (4) pendejos, cuatro (4) gatos, cuatro (4) soñadores cuyo sueño mejor y más exigente eran la Democracia y la Libertad; la mayoría de la gente prefería no inmiscuirse en política porque las consecuencias, encarnadas en el salvajismo de la Seguridad Nacional, eran demoledoras. Se trató de una vanguardia. Pero, luego, el régimen democrático ha tomado cuerpo en todos los ciudadanos de Venezuela”.

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Pues, resulta que hoy de nuevo las libertades públicas y los derechos ciudadanos se encuentran conculcados; mediante mecanismos y modalidades relativamente distintos, sí, pero con igual o mayor desprecio por la Democracia como sistema político, por la voluntad popular como expresión de la soberanía y decisor máximo de la política y por el Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia que consagra nuestra Constitución, como garante y árbitro del modo cómo se desenvuelven las relaciones al interior de la sociedad.

Pero, además, el desempeño de este (des)gobierno, cuyas ineficacia y corrupción deben pagar con miseria una ingente cantidad de compatriotas, es muchísimo peor que el de Pérez Jiménez y, para colmo, con el agravante de confesar una pretendida vocación totalitaria para decidir hasta cuáles son los sueños políticamente correctos que deberían tener los buenos revolucionarios y cuáles las pesadillas “capitalistas, golpistas, desestabilizadoras y contrarrevolucionarias” que deben ser castigadas.

La diferencia en cuanto a nuestra lucha de hoy, siguiendo las palabras de Virginia Betancourt, podría estar -aunque yo confieso no verla- en que ahora la Democracia es un modo de vida arraigado entre nosotros y, así, la sociedad podría asumir masivamente su propia defensa sin esperar que sean de nuevo cuatro (4) pendejos en vanguardia, cuatro (4) soñadores de sueños políticamente incorrectos según el régimen de turno, los que la asuman y, por tanto, podría decidir en masa no sólo resguardar las libertades y los derechos civiles y económicos de todos, sino despegar de una vez por todas del atraso, incorporando de verdad a nuestros compatriotas menos favorecidos económicamente a la construcción de una Patria digna y próspera, desarrollada, sin vergonzantes miseria, en una esquina; y privilegios aberrantes, en la otra.

Les dije a aquéllos jóvenes de AD (quienes me conocen saben que tengo unos treinta (30) años repitiéndolo cada vez que tengo la oportunidad de conversar acerca de “Ideología Política”) que si querían entender la verdadera esencia de su Partido y lo que movía a sus fundadores, leyeran a Andrés Eloy Blanco. Que si leían el “Pleito de Amar y Querer” se darían cuenta de que el Poeta del Pueblo conservaba su ideal democrático y de justicia social, hasta cuando escribía para expresar las delicias del Amor a una dama. Allí escribe Andrés Eloy, por ejemplo:


Cita:
(Amar) es tener el corazón
entre las manos guardado
y si Ella pasa, sentir
que se nos abren las manos.


La cual es una de las formas más bellas que yo haya leído de describir algo tantas veces descrito, como es la inclinación que los sentimientos nos imponen hacia una mujer en particular.

Pero, también expresa:


Cita:
Y el Amor se vuelve afán
de gritarle al pordiosero:
- Quiero y porque quiero, quiero
que nadie te quite el pan;

que nadie te quite el vino,
que no te duela en los pies
la limosna del camino;

que te alces, alzado y frío
el puño de tu derecho,
prestado en rabia a tu pecho
el Amor que hay en el mío.

Del obrero y sus quereres
todo el rescoldo se vea
cuando haga la chimenea
suspirar a los talleres

y en la voz del campesino
vaya un poco de mi Amor,
como de savia en la flor,
como de agua en el molino;

y así el Amor es caricia
que se nos va de las manos
para servicios humanos
en comisión de Justicia.



Allí está, para mí, el mejor resumen del pensamiento político de los fundadores de la Democracia.

Y, les dije también que el poeta había escrito la que llamo la “estrofa del compromiso” que es la que quisiera compartir, en homenaje a las Madres de Venezuela de todos los tiempos.

Se trata de una estrofa del “Canto a los Hijos en Marcha” (ostenta también el menos conocido título de “Oda al Soldado Muerto”, recomiendo altamente a las nuevas generaciones su lectura) y que para mí, dice más que cien tratados de Ciencias Políticas:


Cita:
“Madre, si me matan,
ábreme la herida, ciérrame los ojos.
y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
y esa pobre mano por la que me matan,
pónmela en la herida por la me muero.

(…)Y una palabra: JUSTICIA
escriban sobre la tumba…”



No creo que sea necesario llegar al extremo dramático de la muerte para expresar nuestro compromiso con la Democracia; pero sí requiere una actitud de decisión inequívoca, más allá de valentías y miedos, de resistir cuanto sea necesario para rescatar un sistema de libertades para todos sin distingo; y de incorporación de todos a las mínimas condiciones de vida digna que todos merecemos en Venezuela. Cada quien decide si, frente a este despojo a rebanadas de la Democracia que observamos a diario en nuestro país, su propia Madre es digna de un homenaje tan sublime como aquél al que se refería el poeta o sigue esperando a que sean los otros, cuatro (4) pendejos en vanguardia, los que asuman la lucha por la Libertad.



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