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Adán y la Vieja Política



Comentarios al artículo de Alberto Franceschi: "Capriles; Gobernador Reloaded"; en Noticiero Digital


¡Qué buen artículo! estimado Alberto. Esta vez fuiste al fondo del problema, aunque tal vez algunos no lo vean.

Somos una sociedad con severas crisis concomitantes, uno de cuyos más perniciosos reflejos es la postración de la institución partidista, en sí misma considerada; con no poca colaboración para este resultado por parte de quienes se supondría que deberían estar claros en su importancia e interesados en su relieve: los dirigentes "políticos".

Las comillas y cursivas anteriores pretenden resumir el que en todo este tiempo, un señalado grupo que se hace llamar precisamente por ese apelativo, unos por omisión, pero otros con expresa intención y expedita actuación, han sido los más eficientes colaboradores en desdibujar el rol de estas organizaciones, vertiendo y regodeándose en la difusión de la especie según la cual todos quienes en ellas hayan participado, participan o llegaren a participar, conforman una suerte de cofradía del pillaje en la que sólo se aceptaría a quien dé prueba fehaciente de formar parte de la peor hez de la Tierra. Cualquiera que no cumpliese el vital requisito, no sería, no podría ser aceptado a formar parte de tan selecta y oscurantista hermandad, no podría integrarse a ningún partido político.

Desde luego, el más interesado en que tal especie cunda es justamente el beneficiario directo de la desinstitucionalización del país, en cuyo esfuerzo se encuentra desde hace tanto y que debe estar agradecidísimo de esa colaboración.

Colaboración que no es totalmente inexplicable, aunque debería serlo.

En el más sorprendente ejercicio de banalidad o de ceguera, estos "políticos" han calculado que denostando de los demás, e incluso -insisto- de la propia política, ellos saldrían mejor posicionados y así se convertirían a su vez en los nuevos "redentores"; los perdona-vidas del momento, los caminantes de la alfombra roja (o, tal vez, le cambiarían el color para tonalidades turpialescas o cítricas) para recibir el galardón de "rockstar" (nutridos aplausos) sin rock, dedicados a cosas menos musicales y también, menos nobles y divertidas.

En ese cálculo de feria de tercera, antes que la verdadera situación del país desde hace 14 años, gente que ha escogido la política para dedicarle su tiempo y su energía, han simultáneamente escogido el onírico escape a través del hueco en el árbol, viviendo en un país que no es el real y corriendo detrás de un conejo con reloj, bien provistos del respectivo ticket imaginario de AA, adquirido con millas acumuladas, con salida desde el País de las Maravillas y destino a Nunca-Jamás. Para todo lo demás, existe MC.

No encuentro otra manera de explicarme la increíble banalización del tema y la ceguera suicida con que muchos han actuado. El desprecio generalizado y militante hacia los logros de los gobiernos democráticos dejó a Chávez en el rol de Adán, luz primera de todas las cosas en Venezuela, cuyos desmanes son poca cosa en comparación con el "infierno" en que vivíamos en Venezuela.

Época nefasta en que por pura malcriadez ante la adversidad, simulamos ante el mundo para hacernos acreedores del título "tá barato, dame 2", sólo para darnos gusto con nuestro proverbial sentido del humor y satisfacer el orgullo menor de que nadie se diera cuenta de nuestras privaciones. Por la misma razón emigraban a nuestro suelo una sarta de masoquistas que huyendo de condiciones de vida más propicias y humanas en sus lugares de origen, insistían en poblar este Valle de Lágrimas. Universidades de utilería. Estadísticas forjadas de empresa petrolera que nos permitió engañar a propios y extraños conque PDVSA estaba dentro del ranking de las 5 más eficientes empresas del mundo. Acueductos, redes de vialidad y de electrificación, de mentira. Elevación de la expectativa de vida y reducción de la mortalidad y morbilidad infantil, sólo por contar con algo de qué hablar cuando faltara la cena. Y así un larguísimo etcétera del mejor imaginario de lo absurdo que, para lógico regocijo del mandamás, ha permitido disolver cualquier "sentimiento de pérdida" frente a la democracia misma, por lo maluca que era.

Por supuesto es un detalle muy menor el que en los últimos años de esa democracia de mentira, el barril de petróleo llegara a niveles de US $ 7,00 (y menos aún) y a Chávez le haya tocado un promedio de cerca de US $ 100,00 sostenido por unos ocho años. Porque ¿a quién se le ocurre que el Estado tenga ese tipo de problemas financieros, o se preocupe por cosas tan nimias? Además, aún en el ámbito de una familia particular, casi no hay diferencia en el nivel de vida si el ingreso familiar es uno cualquiera o diez (algunos calculan setenta) veces esa cantidad.

Con esa visión negadora de toda historia, Chávez se ha sentido habilitado para decir -por ejemplo- que él erradicó el analfabetismo en Venezuela, habiendo alfabetizado al 1,5 % de la población en 14 años, con esos recursos; mientras la democracia desde 1961 alfabetizó alrededor del 30 % (en ambos casos incluyendo el aumento demográfico) para entregársela con el 93,6 % alfabetizado (todo según cifras oficiales del Censo 2011); o para asegurar que éste es el gobierno que ha ¡construido más universidades en la historia de Venezuela!; ambos argumentos en una cuña televisiva oficial hecha por niños.

Bien lo dijo Giordani (de que está claro, está claro) a Lameda, según relata éste: "Necesitamos 30 años para consolidar la revolución; al principio los adultos se resistirán, porque recordarán el pasado. Los jóvenes, como la viven, se acostumbran. Y los niños, como nacen y crecen en ella, la aceptan". Obviamente los ayudamos con el primer paso. Si bien en las declaraciones de Lameda sobre lo que le dijo Giordani, que han sido puestas nuevamente en el tapete (fueron escándalo hace algo menos de diez años), lo de "necesitar que haya pobres" es detestable y tiene un contenido táctico indudable; la verdadera revelación política es la anterior.  

Esto recomendaba Maquiavelo al Príncipe para el caso de que se le ocurriera conquistar una ciudad que hubiera conocido la libertad: destruirla; de lo contrario se expondría a que la ciudad lo destruyera a él al recordar sus "estatutos" pasados. Afortunadamente para Chávez, esos "estatutos" en nuestro caso son pura bazofia y los más eficaces descriptores de su fetidez, son –nada menos- parte de sus propios adversarios.

Y, los grandes protagonistas de ese pasado ignominioso, son, claro está: los partidos políticos. La malhadada "vieja política" que se preocupaba porque la mayoría de la población usaba alpargatas en lugar de calzado y vivía en piso de tierra, por lo que moría de bilharzia; y se ocupó de calzarla y de encementar los pisos. Cosa que dicha hoy, desde el hueco en el árbol, con zapatos Gucci y en piso de mármol, puede sonar digno de extrañeza.

Naturalmente que hubo errores, delitos, inconsecuencias y, también, degeneración de la preparación, diligencia y vocación de servicio del liderazgo político; y que, entre otros muchos factores, eso contribuyó a darle espacio a la conformación de esto que hoy padecemos ¿qué duda cabe? Pero actuar con los partidos en general y con los históricos en particular como si fueran leprocomios, en una especie de "apartheid" eterno y desesperante, casi "étnico", no nos ayuda en nada y, por el contrario, nos perjudica "demasiado".

Sobre todo si quien así piensa, dice o actúa, de verdad quiere vivir en democracia. En ese caso su nivel de confusión es realmente extraordinario. Quiere “X” y “no-X” al mismo tiempo, para desesperanza de todos los desarrollos de la lógica, la filosofía y la argumentación desde las reflexiones de Aristóteles (Metafísica: “Nada puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido”); o aún antes, de Sócrates, según Platón en su República: (“...es claro que la misma cosa no estará dispuesta al mismo tiempo a hacer o sufrir cosas contrarias con respecto a lo mismo y en relación al mismo objeto”); o más recientemente, de Leibniz o Kant.

Querría ¡una democracia sin partidos que representen los distintos pensamientos políticos! O, al menos, sin los partidos "que a mí no me gustan”. Como se ve fácilmente, algo así será cualquier cosa, menos una democracia. Pero luego nos sorprendemos de que Chávez avance hacia el Estado Total de pensamiento único y obligatorio.

No sé, estimado Alberto, si AD será el partido que nuevamente haga contacto con los homólogos contemporáneos de los “alpargatúos” en piso de tierra. Sé que está en un serio proceso de “reingeniería”. Las sentidas palabras de CorruptoRojo* y el certero análisis de Federico Boccanera* (saludos y respetos a ambos) parecieran indicar que es posible. Si Diego Arria forma parte de ese proceso, como sugiere Tsecubaloyan* (saludos y respetos) estaríamos cerca de una iniciativa digna de tomar en cuenta.

Pero si no es AD, tendrá que ser otro, siempre bajo las mismas premisas que tú señalas. De otra manera, el Estado Comunal, que está pujando por quedarse entre nosotros (porque el diseño ya está en la ley), terminará de enseñar -tarde y en carne propia, eso sí- a todos los que ven la política sin sentido de Estado, “políticos” u opinadores, el daño que es posible infligirle a un país.

Fuerte abrazo.


* Nicknames de foristas del portal Noticiero Digital.


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